"...Y me contó la historia de un muchacho enamorado de una estrella. Adoraba a su
estrella junto al mar, tendía sus brazos hacia ella, soñaba con ella y le dirigía todos sus
pensamientos. Pero sabía, o creía saber, que una estrella no puede ser abrazada por un
ser humano. Creía que su destino era amar a una estrella sin esperanza; y sobre esta
idea construyó todo un poema vital de renuncia y de sufrimiento silencioso y fiel que
habría de purificarle y perfeccionarle. Todos sus sueños se concentraban en la estrella.
Una noche estaba de nuevo junto al mar, sobre un acantilado, contemplando la estrella
y ardiendo de amor hacia ella. En el momento de mayor pasión dio unos pasos hacia
adelante y 5& lanzó al vacío, a su encuentro. Pero en el instante de tirarse pensó que
era imposible y cayó a la playa destrozado. No había sabido amar. Si en el momento de
lanzarse hubiera tenido la fuerza de creer firmemente en la realización de su amor,
hubiese volado hacia arriba a reunirse con su estrella.
-El amor no debe pedir -dijo-, ni tampoco exigir. Ha de tener la fuerza de encontrar
en sí mismo la certeza. En ese momento ya no se siente atraído, sino que atrae él
mismo. Sinclair: su amor se siente atraído por mí. El día que me atraiga a sí, acudiré. No
quiero hacer regalos. Quiero ser ganada..."
Wednesday, November 01, 2006
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