Monday, October 30, 2006

nos vestimos de Gala...

LA LUNA NOS BUSCÓ DESDE LA ALMENA....

La luna nos buscó desde la almena,cantó la acequia, palpitó el olvido.Mi corazón, intrépido y cautivo,tendió las manos, fiel a tu cadena.
Qué sábanas de yerba y luna llenaenvolvieron el acto decisivo.Qué mediodía sudoroso y vivoenjalbegó la noche de azucena.
Por las esquinas verdes del encuentrolas caricias, ansiosas, se perdíancomo en una espesura, cuerpo adentro.
Dios y sus cosas nos reconocían.De nuevo giró el mundo, y en su centrodos bocas, una a una, se bebían.

Para empezar....algo de Poesia...

Walking around


Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.


El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.


Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.


Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.


No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tapias mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.


No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndose de pena


Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.


Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.


Hay pájaros de color azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de verguenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.


Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas
que lloran lentas lágrimas sucias.